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Cuando Juan Domingo Perón siendo presidente de los argentinos impulsó la instauración de los Sindicatos como forma de aglutinar y defender los intereses de los trabajadores, tuvo una intención, un sueño, una lúcida visión de la realidad circundante que lo llevó a tomar cartas en el asunto para mejorarla.
Por aquel entonces el obrero era una pieza más en la cadena de producción, un “recurso" humano que debía producir mucho, lo máximo posible, y gastar poco, en lo posible nada.
Y esa fue la realidad que observó Perón, y los Sindicatos fue el paliativo que diseñó, y sirvió, y mucho. Con el tiempo las cosas cambiaron. El sindicalista se fue arrimando al capitalista atraído por las mieles del poder, el dinero, etc. Otras veces simplemente abandonó su vocación de lucha por temor, o por incapacidad.
Y así llegamos a nuestros días. Hemos olvidado los orígenes. Hemos entregado nuestra dignidad. Y lo más desesperante es que estamos solos. Nadie nos representa. Nadie lucha por nosotros. Nadie aglutina nuestros esfuerzos. Y tampoco nadie cuida nuestros intereses. Y, claro está, solos no podemos. Necesitamos el trabajo. Necesitamos ir donde el “capital” nos abre las puertas.
Necesitamos de una organización llamada “Sindicato del Seguro”, que hoy está vacía de contenido. Es totalmente autista y ajena a su verdadera esencia: EL TRABAJADOR.
Es necesario volver al sueño original, al de aquellos hombres que deseaban ver en los trabajadores la mirada limpia, la frente alta, el orgullo de engrandecerse mediante su trabajo.
Es necesario volver a luchar por aquello que nunca debimos permitir que otros negocien: LA DIGNIDAD.
Cuando los funcionarios burocráticos se resisten a los cambios y a la evolución, en pos de seguir aferrándose a sus fracasos y a sus cargos, tal cual ocurre con la dirigencia actual, los trabajadores de seguros somos los perjudicados tanto en nuestros derechos laborales, nuestra libertad sindical y finalmente, en la salud de nuestra familia.
Por aquel entonces el obrero era una pieza más en la cadena de producción, un “recurso" humano que debía producir mucho, lo máximo posible, y gastar poco, en lo posible nada.
Y esa fue la realidad que observó Perón, y los Sindicatos fue el paliativo que diseñó, y sirvió, y mucho. Con el tiempo las cosas cambiaron. El sindicalista se fue arrimando al capitalista atraído por las mieles del poder, el dinero, etc. Otras veces simplemente abandonó su vocación de lucha por temor, o por incapacidad.
Y así llegamos a nuestros días. Hemos olvidado los orígenes. Hemos entregado nuestra dignidad. Y lo más desesperante es que estamos solos. Nadie nos representa. Nadie lucha por nosotros. Nadie aglutina nuestros esfuerzos. Y tampoco nadie cuida nuestros intereses. Y, claro está, solos no podemos. Necesitamos el trabajo. Necesitamos ir donde el “capital” nos abre las puertas.
Necesitamos de una organización llamada “Sindicato del Seguro”, que hoy está vacía de contenido. Es totalmente autista y ajena a su verdadera esencia: EL TRABAJADOR.
Es necesario volver al sueño original, al de aquellos hombres que deseaban ver en los trabajadores la mirada limpia, la frente alta, el orgullo de engrandecerse mediante su trabajo.
Es necesario volver a luchar por aquello que nunca debimos permitir que otros negocien: LA DIGNIDAD.
Cuando los funcionarios burocráticos se resisten a los cambios y a la evolución, en pos de seguir aferrándose a sus fracasos y a sus cargos, tal cual ocurre con la dirigencia actual, los trabajadores de seguros somos los perjudicados tanto en nuestros derechos laborales, nuestra libertad sindical y finalmente, en la salud de nuestra familia.
Nuestra Agrupación la integran hombres y mujeres que sienten una profunda preocupaciòn por la grave situaciòn en que se encuentra hoy la organizaciòn sindical y el salario de los trabajadores.
Nos sentimos orgullosos de contar en nuestras filas con un hombre que a las 78 años es conocedor como nadie de nuestra querida Organización, Don José Genaro Baez. Sus palabras sinceras, profundas y claros pensamientos, son una dòsis de renovado compromiso y valentìa; que nos invita a recrear la organización sindical y el ascenso por la senda del mèrito y las ideas.
Su perenne obra sigue presente en la memoria de los trabajadores de seguros,- Convenio Colectivo, Fondos de Cesantes, Escuelas de capacitaciòn, Subsidios escolares, Guarderìas, Turismo social, Jubilados, Prèstamos personales y para la vivienda, son sòlo una parte de sus logros y que se deben recuperar YA!! y seguramente seràn las banderas que se deben levantar para alcanzar la dignidad de los trabajadores.
Sabemos que las existencias vegetativas, el silencio, oscurantismo e inercia, sumados a una pereza progresiva NO tienen biografìas en un sindicato.
SU ejemplo de vida y militancia, siempre vivida con nobles ideales, ha dejado rastros en las cosas y en los espìritus. La vida sindical vale por el uso que de ella se hace y por las obras de trascendente magnitud que se realizan.
Compañeros de Seguros es hora de sincronizar los espìritus y sus corazones, uniformar nuestro temple para el esfuerzo, hay que tener ensueños comunes, anhelar juntos grandes cosas y sentirse decididos a realizarlas, con la seguridad de una marcha unida en pos de un ideal.
El Sindicato serà la uniòn de los Trabajadores y no una confabulaciòn de cortesanos que medran a su sombra.
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